10 - Capturar y destruir al Enemigo



Capítulo 1



Rugidos de bombas, proyectiles, armamento y artefactos sofisticados y atronadores retumbaban en mi cabeza, día tras día, a todas horas y a todo minuto.
Ni todo el entrenamiento del mundo había conseguido mentalizarme para controlar el descomunal stress que ese desasosiego sónico me producía y que mantenía custodiado en secreto, los sólidos murallones de nuestros cuarteles nos guardaban de, eso…
Nuestra marcha continua martilleando el suelo con las botas, nos amparaba de su manto monstruoso, de sus manos de perfidia… multitud de maquinarias extrañas sin nombre manejadas por protocolos superiores cubría nuestros oídos las 24 horas alentándonos con voces procedentes de los mandos superiores, y escoltados por la sublime melodía de la contienda. Nuestra gran guerra estaba llegando a su fin según nos anunciaban siempre, y el enemigo era infinito e invencible a nuestros ojos, pero no para las doctrinas del general Ramírez, inductor de toda nuestra tecnología al servicio de la batalla, la lucha contra un oponente de tal envergadura, que había sido declarado destructor antagónico de la existencia misma. No nos informaron de cuando se le declaro o cuando le declaramos la guerra, solo se nos proclamó en impresionantes oratorias multitudinarias y bajo todos los canales mediáticos, acerca de una parcela de su devastador poder, y que las autoridades ya tenían previstos una serie de instrumentos técnicos para guardarnos no infaliblemente de su amenaza… de ahí surgieron las colonias, primero familiares, después provinciales y algunas incluso nacionales, “campamentos”, o como nos obligaban a llamarlo: cofres de salvación, cada vez más vastas y con más recursos…
Cada año, varias legiones abandonaban su amparo para luchar contra… eso, y también contra algunos y perdidos mandos rebeldes. Las batallas consistían en usar todo el antiguo, moderno y trucado material explosivo y proyectarlo a objetivos sin causa aparente siendo lo importante su detonación y longitud… por eso a cada hora se sentían explosiones para tratar de intimidar a las huestes contrincantes, de las que no necesariamente se buscaba su exterminio o muerte, sino más bien la intimidación. La consigna que nos decretaban los mandos militares era: Capturar y destruir al enemigo... y contra eso teníamos permiso para acometer toda empresa por cruenta que resultase, no siendo nuestro enemigo las guerrillas rebeldes, sino el prodigio terrible y de figura trastornadora que las alentaba…  
Y estamos en el año 2079, en la base-colonia Ramírez, esperando instrucciones para la nueva batalla, la cual podía ponerse en marcha o bien: cuando nuestros instrumentos de protección físico-psíquica se estropeasen debido a:
Primero: sobrecarga por su funcionamiento continuo de 24 horas, pudiendo el enemigo entrar en acción, acechante como nos enseñaban, a cualquier ocasión de introducirse a nuestros dominios por lo que ya estaríamos perdidos
Segundo: cualquier fallo de los escuadrones de afuera o cualquier contacto con los salvajes exteriores que empezaron a nuestro lado pero que el rival esclavizó para nuestra conquista y aniquilación…
y…Tercero: el adversario podría ejercer un colosal dominio de nuestra mente posibilitando el contactar con nosotros, así que siempre estábamos protegidos por las grandiosas y benditas armas ideadas por el profesor Ácaroz, alabado sea él y su técnica defensora y armamentística…
En diez años hemos sido entrenados en este fortín para resistir los ataques triangulares de tan invasiva y demoledora bestia hostil, yo me preguntaba aun así, ¿cómo sería?, ¿cuán afiladas estarían sus garras para temerlo con tanto frenesí?, pues nos revelaron que arroyó ejércitos, enloqueció doctores, embruteció generales, y todo dispuesto a sembrar una semilla de caos y corrupción en nuestra civilización. A cuanto más discutían de el nuestros generales, los profesores hervían en aullidos y condolencias, las matronas languidecían en terribles proclamas, en un zambombazo sonoro que nuestros superiores habían bautizado como: Momento de perfecta sinfonía…
En una de aquellas clases, que el profesor Acaroz practicaba en grupos de cuatro hombres cada veinte minutos en un ejército de 40 000 soldados, confesó que se aproximaba una nueva y gran batalla que recrudecería la guerra, y Acaroz se sentía hasta excitado de júbilo, como si retener a esa inmensa criatura exterior, fuera una empresa de agitación que le hacía caer de nuevo en productivos improperios y salvajes mascullaciones amplificadas con el instrumento A-f-6. A su vez nosotros correspondíamos a carcajadas y exclamaciones de complicidad, que a mí, en esa jornada ya principiaban a resultarme excéntricos, quizás falta de represión en mi estado emocional, debía concentrarme en los mecanismos de: ultraracionalidad pura-seria-severa, que el educador y su ayudanta, Sandra nos habían enseñado a utilizar…un poco de concentración, y nuestro servicio inapelable a la verdad, salud y paz seria reforzado empíricamente de albricias, albricias, albricias…
Entonces, dos días más tarde de la última lid, volvieron al campamento-cuartel, unos valerosos soldados de nuestra campaña, batidos con el envenenado ejército exterior rebelde, y agotados de la conflagración con la criatura. Ninguno aparentaba lesiones, ni había rastro de sangre en sus ropas, pese a comunicarnos que muchos camaradas habían caído, sin especificar o no sobre su posible muerte. Uno de ellos aumentaba hasta el máximo los potenciómetros de función, en una mueca de extrema y atormentada obcecación… en cambio, su compañero, mostraba un visaje de serenidad conflictiva… conflicto para nosotros claro, no estábamos acostumbrados… cuando los guardianes educadores le preguntaron por su episodio, contestó paciente y gozoso: Ahora si…la verdad… y más palabras iba a responder, pero le taparon la boca dando bramidos y conectando los potenciómetros de seguridad a tope como si ese hombre estuviese infectado de algo contagiosísimo… acto seguido se lo llevaron a la celda de reinserción y cuarentena, para intentar reintegrarlo a nuestras tropas, según el mandato del general, pero al profesor Acaroz, se le dibujo un gesto de incredulidad y espanto… por lo visto mi rebeldía a cavilar más de la cuenta, estaba dando peligrosas y perturbadoras apreciaciones para el sagrado orden marcial, y por mi bien y el de los demás había que encauzarlo inmediatamente… activando la fórmula: medio J-8… el estrépito consolador de mil estridencias… ¡perdón!, el aliento del Momento de perfecta sinfonía… me reconfortó…
Empero, esa noche mientras esperaba dormirme en el habitáculo 45 resguardado por los parámetros sinfónicos al mínimo pero vigilantes, contemplaba una fotografía de mis progenitores caídos en el caos de las contiendas…
Por la mañana vino a visitarnos para nuestra alegría, por primera vez en ocho años, su magna gloria y autoridad suprema, la docta potestad, el instructor Filemon Serrano, doctor de doctores hombre de hombres, sin secretos para él y el ser con más conocimiento de la bestia enemiga exterior. Tutor de lo que Acaroz llamaba ultra-ciencia de lo sensible sublime y perenne...
Aquella cita serviría para otorgar unas adorables conferencias infalibles, acerca de la naturaleza de nuestro oponente asesino. Conexionaron para el los micrófonos, subió al pulpito, y mirándonos con merecida sequedad durante unos segundos estremecedores, inició a hablar…

-Escuchad hombres dependientes de sabiduría perenne, fornidos soldados revestidos de valentía científica, todos vuestros impulsos son maravillosamente controlados a través de erudición mecánica y sinfónica, haced caso a nuestra instrucción y no a la soledad maquinal… durante ocho años solo he reposado una hora al día buscando sedientamente la solución categórica de contener, derrotar y pulverizar a nuestro feroz combatiente, terrorífica y sutil monstruosidad.  He podido formar colonias para cuidar nuestras vidas pero el enemigo ya ha captado nuestros planes y se dispone a torcerlos, una nueva y última conflagración se acerca, es el epítome de toda esta edad de guerra, y la nueva invención que todos nuestros doctores van a recibir en planos, consistente en la bomba atómica perpetua, un artefacto sónico que será construido en cada colonia y que espantará a la abominación, imitando la resonancia de catorce mil bombas nucleares. Es posible que no necesitemos tanta parafernalia técnica, tan solo un protector auditivo y un modulador: 4-g-t de baja frecuencia.
Con este venerable propósito no habrá escondrijo en que la aberración consiga resguardarse y la tendremos por fin acorralada…




Capítulo 2


Cuarenta mil miradas erguían sus cabezas atentamente al son de la celeste-motora facundia de su magna gloria y autoridad suprema Filemon Serrano. A cada poderoso envite de sus manos y de su dedo índice golpeando los mares y ventiscas de nuestras conciencias, incurría al temblor y tiritera de los 20 pelotones como agitando una energía indivisible a punto de desatarse, y el color de sus gestos parecían ya vislumbrar sensitivamente el estruendo sonoro de la bomba atómica perpetua, mostrando a sus ojos en un espejismo teatral, lo que resultaría el gran hongo de la detonación nuclear, solo que ya conocíamos que no habría explosión en sí, sino como nos comentó su docta autoridad, una explosión sónica masiva, en distintos y estudiados puntos del planeta, y por lo visto nuestra compañía tendría algún tipo de misión en tan noble y justa empresa… ¿Qué? ¿Aun ultrajando la docencia bellísima de nuestro adalid de la excelencia tecnológica?...
De nuevo, localizando mis descompuestos temores y vanidad histórica-sentimental, apagué mis pensamientos, haciendo uso del precepto digital 14, que auxilia admirablemente los momentos de duda-sentimental-injuriosa, y pasados unos segundos de su inyección venosa-nerviosa-computerizada, ya me sentí más sumiso a los planes protectores del sabio de sabios, virtuoso de virtuosos, bravo de bravos
Entonces, practicó una vez más el alarido ritual y automático-canónico, a 300 decibelios… aquello ya adelantó la ceremonia corporativa en la que participamos todos los convidados en la hermética nave 38, pero retransmitida sónicamente a todos los puntos de ejecución de la bomba atómica perpetua.
Filemon Serrano enrojecido de colérica ejemplaridad, en su mismo grave tono encandilador, compartiendo nuestro odio comunitario a tan escurridiza y destructora alimaña, prosiguió acariciando afablemente nuestros audífonos natales:

-Porque… ahora… grandioso ejercito tutelado, guardián de toda la cordura estruendosa… voy… a… revelaros una verdad terrible de la que ningún hombre puede hablar, contemplar o imaginar por cuenta propia.
 Abrid bien los dispositivos auriculares y no paréis de bramar y clamar, ¡impulsos, formulas y guerra!... yo, atended bien… ¡yo he estado frente a la criatura!, yo he experimentado su fétido y conmovedor aliento, experimentado la expansión de su mirada y sentido su terror… si… ¡el terror del que se encuentra con ella!, ¡enviándole a una relatividad más allá del tiempo!, ¡ninguna mente sana que se precie, y eso solo existe en nuestra configuración temporal, puede escapar fácilmente de eso!
¿Cómo? ¿Qué no lo entendéis?, ¡arrodillaos púberes del auténtico y ordenado conocimiento!, ¡yo  estuve en frente de la aberración!, ¡yo vi a la aberración!, ¡yo escuché resoplar a la aberración! Así es, ¡vociferad!, desgañitaos hasta que nos perciban la hordas rebeldes, esos que han caído en su trampa y bebido de su antigua, hechizada, y podrida ciénaga, los que acumulan armas antiguas y amontonan remilgadas y ridículas enseñanzas acerca de esa criatura perturbadora… seducidos pues por su poder embelesado, no pertenecen a nosotros, sino que ya cavan su propia tumba, y no habrá lugar en el globo terráqueo, donde puedan refugiarse o ocultar a su rey monstruoso, puesto que el río hemos seccionado construyendo diques, el vendaval aplacado guarecidos en cofres, y el murmullo aplastado en rugidos venerables…
Ante esto el enemigo no tendrá oportunidad de imposición sobre ninguna de vuestras voluntades, aun presentándoos cara a cara, así pues, un nuevo dispositivo de amplificación de las cuerdas vocales os será administrado hoy. ¡¡¡Los bastardos exteriores ya tiemblan ante su chillido!!! Sus audífonos natales reventaran y la corona caerá de su testa, ¡atended! Aquí está la nueva maquinaria, ¡abrid los telones!

Y abriendo los mozos los telones contemplamos todos los presentes la nueva máquina propulsora de la bomba atómica perpetua, un gigantesco cañón negro de 50 metros de altura, producto de la labor conjunta del equipo científico de Acaroz y los centenares de eruditos de nuestra alianza anónima y gobernante.
 Todos nos estremecimos y pude ver que no era el único que activaba protocolos digitales para calmar las dudas, semilla de traición simple-gremial. Por su parte, el gran Filemón Serrano continúo ya aproximándose al final de la convención…

-Por eso camaradas nuestro nuevo plan no puede producir fallo alguno. En vuestro entrenamiento se os advirtió, y aconsejó mediante el código g-60 sobre lo que ahora va a ser ley marcial eterna… ninguno de los anteriores puntos se niegan ni quedan obsoletos…  tan solo recordad y tened seguro que todo vuestro contacto con la anterior vida exenta de bautismo tecnológico será cercenada… para ello toda fotografía, video, postal, carta, telegrama, objeto, recuerdo material en definitiva,  y posteriormente pensamiento en disquete, será entregado sin queja al tribunal institucional al término de esta plática con el objetivo de depurar los cometidos en nuestra misión…
 Para predicar con el ejemplo, yo me quedaré aquí con vosotros, no saldré de estas dependencias, de nuestro cofre salvador, y por lo tanto nadie saldrá de aquí hasta nueva orden.
 Tribunal institucional, proceda ahora mismo a la operación: “depuración primera”…  

Entonces los altavoces vomitaron otra vez el hilo sinfónico fundamental, y los 400 hombres ordenados por Serrano bajaron los escalones para recoger todo recuerdo físico que los soldados lleváramos encima… después nos conducirían por turnos a las
galerías-dormitorio para hacer reinspección de material… solo que… yo… algo fallaba…
De nuevo una extraña incertidumbre gobernaba mi cabeza, y ninguno de los protocolos digitales daba resultado de aquietarla. Pude sospechar lo mismo de alguno de mis compañeros por el titubeo de sus facciones, pero para no levantar sospechas, acompañamos el hilo sinfónico con más gruñidos, a la par que mi dedo pulgar presionaba todos los resortes de sumisión sin éxito…
Esa vacilación persistía, no me parecía bien que tuviéramos que darles nuestros recuerdos a esos hombres demenciales…
Pero… ¿de dónde salía esta subversión que gritaba mi cabeza?, ¿qué tendría ese enemigo para temerlo de esa manera?, ¿que escondía que llenaba de paz a los que como en el caso del valeroso soldado en cuarentena, se encontraban con él?…





Capítulo 3


Confuso, alborotado, aterrado y atormentado, todo aquel hervidero de proclamas hercúleas y pregones retumbantes brotados de la locuacidad estelar de su magna gloria y autoridad suprema, bullían por mi mollera como un atropello fulgurante de desconfianza e inconexión…
Jamás había experimentado en mi saco orgánico algo ni remotamente parecido. Cuando la nueva cronología tuvo su génesis, desde que los quince ejércitos del planeta ingresamos en la bendita seguridad del cofre de salvación, toda orden se acataba en un móvil-natural-impulso-portentoso… Ahora, en medio de miles de férreos batalladores, mi sentimiento e impulso crucial urgía extinguir toda vacilación maldita de mis pensamientos, y, por todos los medios, los forzaría hasta el límite de mis fuerzas condicionadas mecánicamente por protocolos y sistemas de contención-protecto-ambiental…
En el código de la asamblea del año 69, fila 41-d, refulge el edicto de que la práctica de cualquier posible desobediencia mental resultará inadmisible o asimismo, cualquier gesticulación execrable que posibilitara dar un mal ejemplo a los compañeros de la guerra, y aún ante la presencia del eminente, insisto, excelso Filemon Serrano…
Y por supuesto, que decir que además asistíamos a la investidura del nuevo santuario universal de la bomba atómica perpetua… y esta ceremonia, alertaba de ser la última que presenciaríamos antes de la palma o derrota de nuestras tropas…
Mi dedo pulgar ya estaba agotado de pulsar el interruptor 768-L, con el desesperado propósito de intentar refrenar objetivamente todo desorden subjetivo. Así que mejor me sería descansar unos segundos mis manos extenuadas, a que toda la parafernalia química hiciera efecto…
Entretanto, subiendo los operarios médicos el volumen del Momento de perfecta sinfonía, el campeador general Ramírez, y el triunfal profesor Acaroz, levantándose de sus asientos y escoltados por campeones milicianos, subieron la escalinata tribunal, para posicionarse a diestra y siniestra de aquel hombre sabio de sabios, que desde su púlpito, clavado cual hacha y erguido junto a la manifestación desmesurada de la bomba atómica perpetua, arropándonos a todos, tomó aire y cual volcán estallando, exclamó el colofón consolador de la plática maestra  a las tropas exaltadas de nuestra hueste…

-¡Oh afortunados moradores-cautivos de Berranía!, ¿ único y glorioso paraíso terrestre de cofres bienhechores, cantatas computerizadas, diligencia valedora, mando máximo y sinfonía mayestática!, ¡memorable es este trance… pórtico alborado y belicoso de la verdadera gloria. Ustedes sirven sumisa y desprendidamente en la contienda desde el principio, y eso es garantía de la sapiencia habilidosa de este plan.
 Sin embargo, a mis oídos mecánicos han llegado, vertiéndose junto a la sinfonía, diversas vacilaciones y problemáticas negligentes de no hacer caso al manifiesto químico-ordinario del 67.  Muchos de vuestros superiores como el general Ramírez, me consultan, preguntan y demandan una explicación al porque del misterio inicial de la declaración guerrera, a la causa de por que nos batimos en lides contra esa conminación, a su ligazón a la consigna y oración sintético-prodigiosa-combatiente de: “Capturar y destruir al enemigo”… pues bien, soldados sufráganos, respirad y mamad fuertemente de esta nueva confidencia, a modo de acertijo…
Antes de la guerra, la situación empezó a preocuparnos a las autoridades Berranicas en el instante que nos dimos cuenta, de que la naturaleza de la criatura era incontenible, resbaladiza, y posteriormente, en la asamblea del 69, fueron definidas todas sus cualidades ya como maléficos poderes para la concordia de Berranía y de la humanidad renacida en la comunión tecnológica…
Tras arduas convenciones ministeriales, el fenomenal profesor Acaroz, fue seleccionado para dirigir y confeccionar los primeros estudios técnicos en base a las nuevas plataformas tecnológico-salvadoras de repercusión mundial, y la idea de los cofres que precisaríamos… al tiempo que el enemigo viscoso y pantagruélico, desplegaba ya sus hordas bastardas e ignorantes de nuestros verdaderos planes benignos, sobre el desierto de su miseria…
¡Ramírez!, ¡fiero combatiente defensor de la legitima asamblea!, ¡conmigo luchaste en las antiguas contiendas!… ¡Acaroz, camarada!, ¡de cuanto ha librado la nueva tecnología a estas generaciones ingenuas!, Ramírez os instruye en las tecnologías, pero es Acaroz el que las diseña, empero yo antes las reflexiono para que todo rutile en ultra-ciencia de lo sensible, sublime y perenne como os dice el profesor…
Yo, a partir de presenciar y escuchar los horribles gritos de nuestros hombres  y mujeres, de retorcerme ante el bramido de esa monstruosidad chillando en un lenguaje que no imagináis y que gracias a Odiur, ya olvidasteis… embadurnándome peliagudamente y sin descanso, respetando los preceptos de mi antecesor, di luz a los prodigios maquinales  por los cuales estáis aquí, preservados y orientados…
Y como esto es la salida a la última gran exterminación, os vamos a declarar lo que sucedió al principio: ¡¡¡la guerra se la declaramos nosotros!!!... esto es todo lo que debéis conocer, y los organi-cómputos dirigidos os harán el resto…
No más preámbulos camaradas, llega la hora de las advertencias, subid al máximo los  potenciómetros de función, y los instrumentos de protección físico-psíquica… aullad ante el albor de esta nueva obertura polifónica, y reparad a partir de ahora en este último mandato: Toda insumisión será castigada inamoviblemente con la expulsión de las tropas al laberinto JS-DA, en donde anidan algunas criaturas materiales y mutantes, obra de viejas pero sanas ofrendas genéticas constituyentes de vuestros conmutadores biológicos y protectores craneales… os aseguro que estas criaturas tienen la fuerza de 15 hombres y no están acostumbradas a comer a diario, algunos murieron de pánico al verlas. Este castigo será para los que decidan aplacar sus mecanismos protectores, atentando contra la paz sinfónica y el nuevo estatuto imperecedero que hoy se estipula.
Os desvelamos que la guerra va a finalizar y que la victoria se celebrara en brutales y desaforadas alharacas… el laurel es nuestro y de Odiur, el antecesor de Ramírez, Acaroz, y yo, Filemón Serrano…
Pronto se instaurara el planeta soñado, y una única filarmonía manifestada en estas excelentísimas dispositivo-edificaciones sónicas que contempláis lo dominaran…
Un trabajo de cinco años de Acaroz Ramírez y yo, y cuyo vigor averiguareis, no hay que temer, pues el futuro está conformado para este momento…

Y de pronto, ligeramente sedado ya por el efecto de los protocolos, respingó a mi lado la voz amplificada al máximo de un compañero soldado que vociferaba ininterrumpida y únicamente ¡¡¡Mentira!!! ¡¡¡Mentira!!! ¡¡¡Mentira!!!... 




Capítulo 4


-¡¡¡Mentira!!! ¡¡¡Mentira!!! ¡¡¡Mentira!!!...
Los insolentes alaridos mentecatos, descocados y suicidas de ese camarada llamado Feliciano Sánchez (nombre que pude atisbar en la serigrafía izquierda de su pechera), irrumpían pasmosamente justo en el punto clave de la convención, volviéndose alertados todo el recinto militar hacia nuestro puesto compartido de sección, y él, en nuestra patrulla, bramando amplificadamente a mi vera sin cesar ni un segundo…
Todos permanecíamos contemplando horrorizados la inesperada avalancha de delitos oponentes  al código de la asamblea del año 69, y contra todos los manifiestos químico-ordinarios…
Apenas había yo reparado en este individuo durante estos años de custodia salvadora en el cofre augusto Ramírez… un único soldado, inmóvil, firme, con la testa y los ojos clavados directa e insolentemente en su docta potestad. No repetía otro objeto sino esa atroz y criminal injuria… asimismo, el sabio de sabios, virtuoso de virtuosos, bravo de bravos, tras un largo e incómodo ademán de sorpresa, tornó a enrojecerse de feroz ira, la mirada se le irritó hasta el odio más límite, sus manos se comprimieron en un temblor delirante y sangriento, su piel bañada por el sudor más pegajoso y ennegrecido…
Y, entonces violentamente, tomando en su pecho oxígeno antiguo y calibrando el modulador bucal casi a la cúspide, exigió las tres terribles y justas sentencias para aquel pobre guerrero agitado y majadero…
-¡¡¡Atrapadlo!!! ¡¡¡Apartadlo!!! ¡¡¡Condenadlo!!! y toda la audiencia oficial tiritó. Serrano, estrellando puñetazos contra la mesa tribunal, acentuó el supra-volumen de su generador fónico al máximo, 9000 decibelios, esta vez, y continuó con sus órdenes y adagios… ¡¡¡Condenado!!! ¡¡¡Condenado!!! ¡¡¡Condenado!!!..., aspaventando sus brazos hacía nuestro escuadrón que debía detener a este alborotado y papanata Feliciano, el cual, repetía impasible y enérgico sus anuncios…
¿¡Anuncios!?... ¡¡¡basta ya!!!... como podían manifestarse tan repugnantemente mis pensamientos…
¿Porque mi instinto inducido mecánica-deliciosamente no se abalanzaba hacia él a despedazarlo? ¿Esperaría quizás la orden del sabio?,
¿Porque entonces los demás no procedían inmediatamente?... ¡los 40000 soldados curtidos en más de 800 cruentas batallas!, ¡los que nos enfrentamos contra ejércitos que nos doblaban en número!, ¡los que ejecutamos toda orden de aislar a cualquier contaminado por la amenaza enemiga en la celda de reinserción y cuarentena permanecíamos inmóviles!, ¡tan solo con el clamor sinfónico obligatorio soplando a bajo volumen!…
Yo sí que estaba ofuscado, mis dudas parecían ganar camino a las exigencias gloriosas del régimen mecánico-hermético. ¿Cómo?, ¿qué? ¿De qué manera me aventuraba llamar a algo tan maravilloso “régimen” en medio de tan impuro raciocinio semi-artificial?… Y aun peor, ¿de qué modo podía cuestionar como mentira la ultra ciencia de lo sensible sublime y perenne? Las drogas intravenosas… ¡perdón!, las coordenadas protectoras no surtieron efecto alguno. Todo adormecimiento había expirado, y mentalmente me alarmaba el recuerdo de la jerigonza del pasado, todo anterior al bautismo y comunión tecnológica.
 ¿Cómo puede ser esto?, ¡¡¡no!!! Los miembros de los pelotones de toda margen de la sala, esgrimían en sus semblantes: ¡¡¡la misma aterrada expresión!!!…
Según los formula-mandatos primeros, cuando sucediese esta alteración sería la prueba de una burla vejatoria proveniente de la letal monstruosidad enemiga… Tan perjudicial sería, que en mi caso toda sabiduría constante peleaba por no ser borrada de mis dígitos cerebrales. Pero… … … ¿porque tenía que nominar pericia a esta asquerosidad bastarda y espuria?, ¿Porque no recuerdo bien que éramos antes de toda esta locura?, ¿Por qué estábamos casados con esta deyección mecánica?… 
“Filemón Serrano” doctor de doctores, hombre de hombres. El que según el exaltado de Acaroz, y ese general semi-científico de Ramírez, aquellos dos locos vocingleros, era el “Serafín” de Berranía… Esa “potestad” chalado de furia, de pronto, dirigiéndose a la corte de mando, pisoteando el suelo bestialmente con las botas como rezaba la costumbre bendita, arrancó de las manos del cabo Robles el ametrallador F-T-Y (la más brutal del perverso manual de armamento primordial), y amenazando al Teniente Martínez Conde, lo incitó a dominarnos y poner orden para cumplir según sus aullidos el edicto 74, el mas duro y extraño, consistente en Atrapar, Apartar, Condenar.
 Este último veredicto, consistía  en sin juicio previo, arrojar al condenado al laberinto JS-DA, una sobrecogedora leyenda murmurada en nuestro cofre sobre la existencia de un extensísimo laberinto cuadrícula de 40 kilómetros infestado de una manada de proto-ensayos… las repulsivas y abominables criaturas biónicas nacidas de experimentos secretos de Acaroz predecesoras al desarrollo de la plantación neo-tecnológica en toda la materia existente…
-¡Háganle callar por todos los medios! ¡Obedezcan!, espetó Martínez Conde mordiéndose los labios, ¡es una orden! y nadie obedeció.
 El triunvirato de Acaroz, Serrano y Ramírez, completamente fuera de si, seguían golpeando la mesa tribunal y vociferando denuestos ejemplarizante-asamblearios. Y Serrano jadeando de cólera amenazó al Teniente apuntando con el ametrallador a su pecho…
En esos tensísimos momentos Acaroz apresurándose, aferró el ordenador para ejecutar la orden modélica extrema, un pitido ultrasónico insoportable que empieza dentro de la cabeza y aumenta y aumenta pudiendo desgarrar incluso tejidos internos. Muchos de los pelotones se estremecieron al ver corriendo al profesor hacia el cuadro de mandos, y hablaban entre si para ponerse de acuerdo y frenar esta sublevación deshonrosa. En cambio, otros que estaban a mi alrededor expresaban sus dudas, y en creciente angustia,  nos mirábamos espeluznados sobre que debíamos emprender…
En esas miradas, nos resultaron extraños y ajenos nuestros adminículos biónicos, esa profusión de chatarra nauseabunda que se clavaba en nuestros cuerpos y que debíamos repetir a todas horas y a todo volumen la oración sintético-canónica de que nos era prodigiosa, y albricias albricias albricias. Todo aquel desvarío que inició Odiur, el líder, el precursor, el inventor del padre mecánico, de los cofres, del ejército…
Muchos de nosotros ya revivíamos esa duda histórica-sentimental a pesar del miedo, y ese Feliciano no frenaba su retahíla de verdades para muchos de nosotros ya…
  Este evidente alzamiento interior fue percibido por Serrano, mientras Acaroz terminaba de conectar la orden modélica extrema
El Teniente Martínez-Conde, hombre obediente y con gran gesto de aflicción parecía compartir nuestros pensamientos y no reparaba ya en las órdenes infectas del sabio de sabios… De pronto, dio la espalda a Serrano, y oteándonos, practicó el saludo oficial y electro-exclamó a todo volumen tres veces como llamándolo… lo que no se puede repetir aquí, lo que no podemos ni figurar…
El nombre del monstruo, el sustantivo del engendro, las letras antiguo-históricas de nuestras pesadillas
Y un disparo enorme retumbó en la estancia y el cuerpo del Teniente cayó abatido al suelo.
 A su espalda, el semblante implacable de su docta potestad, Filemón Serrano…
-¡Ya están acoplados los parámetros de la orden modélica extrema, su magna gloria y autoridad suprema! exclamó babosamente Acaroz… y Serrano aproximándose a los micrófonos habló…
-Bien hombres dependientes en la cuerda floja, el teniente sucumbió a la confusión de este trance y negligente ha sido con el mandato de  ultraracionalidad pura-seria-severa. Sabéis lo delicadas y críticas que son estas horas, no os lo voy a repetir más, arrojad a ese traidor a los Proto-ensayos, o entre la orden modélica extrema, y la bomba atómica perpetua, que va a ser conectada de inmediato, esto va a resultar una bonita comparsa de sinfonía un poco excesiva para vuestros instrumentos de protección físico-psíquica, ¿o no sabéis que en ese ordenador están instalados los mandos para controlarlos?…
Y bien afortunados moradores de Berranía, ¿estáis en la ultra-ciencia de lo sensible sublime y perenne o en la podrida ciénaga?…
Y yo, más unos cuantos hombres, impulsivamente junto a Feliciano prorrumpimos:
¡¡¡Mentira!!! ¡¡¡Mentira!!! ¡¡¡Mentira!!!




  


Capítulo 5


-Definitivo, fulminante, y despedazado. Esta es la máxima dantesca para vosotros los que protestáis junto a esa marioneta chiflada, zopenca patrulla 47, desleal turba anti-manifiesto, seseras enclenques adulteradas e ingratas…
¿Habéis escuchado este ultraje base colonia Ramírez, nave 38?, ¿sentís, advertís esta finta, alianza anónima y gobernante de Berranía, único y glorioso paraíso terrestre? Acaroz, Ramírez, saboread este tecno-auspicio confirmado, regodeaos por la victoria que se acerca, y con ella, en su preámbulo, disponeos a padecer el pánico de lo que se aproxima… porque conoced, ejercito tutelado, que la abominación enemiga guarda en su esperpéntico plan de conquista, la empresa de irrumpir ferozmente en toda dependencia Berranica, aunque como desde siempre os insisto y reitero, desconoce por completo los puntos más sutiles del manifiesto, y por supuesto, el objetivo portentoso de super-ataque con la bomba atómica perpetua… 
Ya todos los ingenieros de los cofres de salvación mundiales disponen de los planos expertos de construcción y mando de esta tecnología milagrosa. En estos momentos se erigen pacientes y temibles en distintos puntos terrestres 50 santuarios universales atómicos incluyendo el aquí presente, uno por cada ciclo regio de nuestro absoluto calendario anti-solar… Esta batería de hermosuras titánico-audio-plutónicas, conforman tan solo la dieciseisava parte de lo que precisamos, y entretanto, esos lelos exteriores rebeldes resbalando bajo los pies de su bestia, confiando en que su ridículo armamento puede hacernos frente o incluso intimidarnos ¡¡ja ja!!, y lo que hoy se sucede aquí con la boba y desgraciada patrulla 47 es otra ratificación constante e irrebatible del edicto 90… el que alerta sobre el infra-poderío viscoso y contagioso de la sabandija oponente. Estos hombres han sucumbido, y ya extirpamos las palabras compasión y misericordia a la recalada de este acaecimiento en el que atentáis, miserable patrulla contra el servicio inapelable a la verdad salud y paz, toda la valentía científica,  y la solemne onda sinfónica de Odiur…
Y por ello vais a conocer de cerca a los proto-ensayos y serviréis de alimento a sus primigenio-biónicas entrañas…
Para todos los demás camaradas, a vuestros pies, bajo la trampilla personal, disponéis del nuevo dispositivo de amplificación de las cuerdas vocales: A-f-7… injertároslo de inmediato y entonemos todos juntos el alarido ritual automático-canónico…
Vosotros, patrulla 47, prepararos para la terrible sanción terminal… ¡impulsos, formulas y guerra!, ¡a todos los cofres grandiosos del futuro planeta Berranía!, ¡cantad con nosotros hasta que la extraordinariamente infecta criatura destructor antagónico de la existencia misma, retroceda temblando junto a su grotesca caterva de inválidos!... ¿No recordáis lo infalible de la admonición en todo simposio?, en el suelo yace Martínez Conde, hombre siempre débil, pero con la gracia de un óbito mucho más rápido que el vuestro, patrulla 47, ¡guardas tribunales!, ¡aprestaros a detener a estos traidores y conducirlos inmediatamente al laberinto JS-DA!, pero antes  percibirán la primicia del nuevo estado perpetuo, ya que por sus anciano- autónomo sentidos, a modo de canal, el enemigo nos percibirá en toda gloria verdadera, ¡mirad esto!, la ultra-maquina va a ser puesta en marcha, ¿veis ese caudal que brota de la pared y llega hasta el busto de la bomba?
¡Oh! ¡Soldados que no conocisteis, al guiado!, ¡Oh! ¡Flamantes Berranico-hombres subordinados que consultáis por el encaminado!, porque Odiur nuestro predecesor, nunca fue un hombre. Fue el murmullo magistral de la sinfonía y del neo-conocimiento encauza-adiestrando a un individuo, y el árbol-manantial llega a nosotros por esa poli-tonalidad armoniosa...  la cual reavivó en nuestras mentes lo que siempre habitó allí esperando desde esa obertura y cayendo por el caudal hasta aterrizar en el Neo-corazón…
 Hogaño, contemplad la pericia mecánica de la vida preter-sinfónica, ¡¡¡aquí está la sangre de Odiur!!!

Y a un raudo gesto de su cruel mano ensangrentada, el operario de carga bajó de un fuerte tirón la palanca 21-z, y abriéndose una compuerta, descendió por el caudal una densa y profundamente renegrecida sustancia similar al petróleo, pero luciente de una película rojiza e impalpable… Al entrar burbujeante por uno de los extremos de la bomba atómica perpetua, esta emitió desde sus internas entrañas maquinales, un gravísimo eco que se fue acentuando a medida que la sangre de Odiur penetraba y ascendían las manillas del fenómeno-metro. Detrás de sus lentes, los ojos de Serrano volvían a relampaguear y sus brazos encarnaron la figura de un gigantesco hongo atómico al son de su arenga incomprensible y mega-farfullante… -¡¡¡Aquí esta el propulsor de Odiur!!! Amenazaba…
Fue en ese lance cuando los miembros de nuestro pelotón empezamos a arengar:
-¡¡¡Asesinato!!! ¡¡¡Demencia!!!, ¡¡¡Destrucción!!!... y también osamos entonar el nombre horripilante del enemigo… con lo que Filemón Serrano y su pareja de adulones estúpidos Acaroz y Ramírez aspaventaron sus biónico-extremidades hacia la guardia Tribunal…
-¡¡A por ellos!!, ¡¡es suficiente!!, ¡¡todos!! ¡¡Echadlos de aquí!! ¡¡Al laberinto de dolor imposible!!... Dictaminó salvajemente Serrano…
Lo primero que procedieron nuestros compañeros de pelotón exteriores con ansiosos rostros de aflicción, pena y miedo, fue intentar desarmarnos arrebatándonos los rifles reglamentarios, pero nuestra compañía respondió presurosa y los encañonamos arrojadamente. En mi mente tenia ahora dirigirme hacia el púlpito y desafiar a esas ratas alborotadoras frente a frente, especialmente a Serrano, y reventar a tiros la manifestación de la bomba…
(Pitido) ¡Maldición! ¿Que nos sucede?, ¿qué pitido insoportable es este?...
-¡¡Ja ja!!, ¡¡genial!!, ¡¡profesor Acaroz!!, la orden modélica extrema acomete justo a su mecánico-tiempo… ¡¡mirad como se retuercen!! ¡¡ja ja!!, ¡¡vamos!! ¡¡Desternillaros todos ante este cuadro y el nuevo cuerpo de Odiur!!...
 ¡¡Y vosotros, guardia tribunal!!, ¡¡bajad de una vez a desterrar a esa basura!!, como en cinco fracciones de hora no estén en el JS-DA, alguno va a quedarse sin volver…¡¡¡ejecutad!!!
Y arrodillados todos en el suelo por el suplicio increíble de la orden modélica extrema, pude ver a los miembros de la guardia del comité tribunal (soldados más experimentados que cualquiera) descender las escaleras del pulpito tomando para si las cuerdas con las que iban a agavillarnos. Luché y recontraluché, pero entre el pitido y la ventajista droga intravenosa, mi consciencia se nublaba y nublaba hasta caer en la narcosis con clamor sinfónico al mínimo.

Despabilé con gran molestia por todo mi saco orgánico, cráneo, bio-miembros y apéndices… mi mollera estaba recostada sobre un tejido áspero y sin filamentos. A mí alrededor, una muy tenue luz, y un hilo sinfónico nunca antes percibido y sumamente desagradable era mi realidad presente, semejante a un alboroto de gritos contrapuestos e invertidos…
Es posible que me encontrara ya en el laberinto JS-DA, los corredores de lamentos… El efecto del estupefaciente protocolo-normativo ya había expirado definitivamente… mi almohada era en realidad una de las chaquetas de nuestro uniforme militar, a la que no acerté a leer el nombre de su pechera por la ausencia de luz…
En derredor prácticamente no se adivinaba a vislumbrar casi nada, ni aún con los filtros oculares al máximo… probé a levantarme pero quede clavado en la postura de mi conato. Mi extremidad inferior derecha no respondía correctamente y padecía un agudo dolor, es presumible que me la hubiese fracturado. ¡Dita sea!, ahora no podía moverme de ningún modo…
¡De pronto!, fui asido por unas manos desnudas sin guantes preceptivos, y me asaltó una voz…

-Tranquilo, soy de tu compañía, tienes la pierna rota. Nos  precipitaron desde esa trampilla de arriba, 8 metros de caída, y como estabas adormecido caíste mal… no es muy grave, podremos arreglarlo, y menos mal que no te has fracturado nada más… Hemos de caminar mucho y el trayecto es sumamente angustioso y arriesgado, puede que no lo consigamos, pero ¿sabes?, prefiero estar aquí dentro del laberinto a las puertas del rescate, que ahí confinado en las naves y habitáculos herméticos con toda esa insania.
Los demás 18 hombres de nuestra patrulla ya han partido a toda velocidad hace bastantes fracciones por esa galería lóbrega de más de un kilómetro de largo. Veamos tu dolencia… si, se trata de tu fémur…

Intente enfocar mis lentes oculares para visionar al individuo que me hablaba en esa jerga antigua-sospechosa y solo vi borrones. Clickeando el resorte maquinal, use mis pupilas natales y delante mío con semblante firme pero amistoso, estaba el tipo que prorrumpió a gritar en medio de la junta: Feliciano Sánchez, sujetándome de mis brazos, o como ortodoxamente denominábamos: par de extremidades superiores…
-¿dónde estamos? -le pregunté- ¿qué es todo esto?,¿ qué sucedió dentro de nuestra patrulla en la hermética nave 38?, ¿es todo estratagema del enemigo?, ¡no lo comprendo!, ¡imprecación maldita si así resulta!, ¿quién nos asegura que no hemos sucumbido a las ardides del hostil, contrariándonos a los preceptos digitales majestuosos y perennes?
A lo que ayudándome a acomodarme dentro de la frialdad de esos muros de roca, y apoyando mi pierna dolorida encima de su chaqueta- almohadón, respondió sosegadamente:

-Ya conoces gran parte en tu interior, primero vamos a ver tu pierna y después por el camino podemos discurrir todo esto porque no creas que yo estoy del todo sanado, simplemente fui el primero que comenzó a chillar y vosotros como debía suceder me acompañasteis. Hay que sanar tu pierna, trata de incorporarte un poco y aprieta las mandíbulas, te dolerá…

Y usando el kit de médico-reparación que portamos todos en nuestro ejército, con una válvula H14 cuatro tuercas y una pequeña cirugía por láser con el apoyo de la leve anestesia de droga intravenosa que me quedaba en el depósito interno, pude levantarme en pie con la ayuda del rifle, el cual me entibaba a modo de bastón…
Feliciano a su vez encendió una potente linterna que llevaba adosada a su casco normativo… -pertenecí al cuerpo de expediciones subterráneas -me aclaró sonriente-… Delante nuestro, cinco entradas a diferentes galerías en total oscuridad nos obligaban a tomar una decisión. Feliciano instantáneamente señaló: -por esta… la segunda embocadura por la derecha…

-Ya, de acuerdo, gracias por todo, pero… ¿porque no me dejas y reanudas tu camino?... yo estoy medio lisiado, y lo importante es rematar la misión… -le pregunté, a lo que Feliciano contestó:

-Esa misión ya no tiene importancia, la única misión ahora es encontrarse con lo blanco…
Sin entender absolutamente nada de lo que hablaba, anduve dos pasos pero resbale en un mal reflejo, mi extremidad aún estaba afectada. Feliciano, muy gentilmente me ofreció su hombro para apoyarme y con cierta dificultad, emprendimos la marcha por esa abertura tenebrosa y de cantos insólitos…
A las pocas fracciones de hora continuo conversándome:
He tenido las mismas sensaciones internas que tu durante la convención y se despertaron y desataron cuando nos obligaban a rendir todo depósito afectivo de nuestras familias al fondo administrativo del Cofre, ¡porque familias es su verdadero nombre!… y no lo pueden cambiar solo por un disquete… seguramente esas fotografías las quemarían, porque de ahora en adelante la guerra va a ser algo extremadamente duro y surrealista.
 Te asombra mi lenguaje verdad?, a mí también, parece que voy recuperando la memoria en parcelas. Yo fui compañero de Ernesto Padilla, el que se llevaron a las celdas de reinserción y cuarentena porque dijo aquello de: “ahora si… la verdad”… y te aseguro que no existe nadie que odiase al monstruo más que el… recuerdo incluso verle autolesionarse por padecer las crisis que todos sufrimos… “la duda-sentimental-injuriosa” esas en la que hay que emplear los protocolos digitales para mantenerlos a raya…
 Un día, yo lo retuve incluso para que no se cortase un dedo, enajenado por la excito-ansiedad, y hace nada, antes de esta jornada me lo topé cuando le trasladaban a la celda y parecía otro ser muchacho, detrás de toda esta chatarra que llevamos acoplada había algo… que me infunde…
De pronto un quejido gaseoso se coló por las paredes recorriendo el inmenso pasillo en el que nos encontrábamos… las estalactitas formadas a saber de qué sustancia temblequeaban por una presencia enorme y espía…
Feliciano se congeló unas fracciones cíclicas y caviló sin olvidar el clamor sinfónico… a una mirada de sus lentes mecánicas me hizo el ademán de continuar y de que siguiéramos dialogando…
Esos rugidos son ellos, los proto-ensayos… una vez vi en la sección taller de enfermería al agente científico Sergio del Pozo, del equipo de Acaroz, que había sido atacado por una de esas bestialidades, y más que su daño físico, era su estado computo-mental el seriamente perjudicado. Nuestros 18 compañeros de patrulla han sido valientes, en ningún momento han deseado abandonarte ¡eh!, pero yo me comprometí a velarte hasta que te repusieras de la intoxicación, para que adelantaran la travesía y quizás quitarnos algún peligro de en medio, puesto que de no ser de la operación, allí debajo de la trampilla te hubieses quedado y además no puedes ahora entrar en combate… Esperemos que estos auténticos bravos de bravos localicen la salida, pues en los planos arquitectónicos, de los que yo tuve parte delineante, figura una reducida salida, pero hasta llegar a ella debemos cruzar los 40 kilómetros cuadrados de esta descabellada construcción que ha cambiado mucho por cierto, seguramente por obra de los proto-ensayos…
En unas parcelas de tiempo entraremos en el corredor T-9, que esta infestado de esos monstruos… sinceramente, esta es una empresa casi imposible de no ser porque guardo esperanza, ¿sabes? todo esto parece un plan que se desarrolla solo, lo único que… Félix, Mariano, Julio, Santiago… son camaradas de nuestra compañía, ¡Ojala salgan con vida de esta!, de nuestro éxito puede pender una nueva primera revelación muy impactante, mientras estemos juntos dame tu también conversación… no olvides que los protocolos conductuales aprovechan los instantes más inesperados de la mente para volver a secuenciar en albricias, albricias, albricias… ¡ah! ¿Ves este pedazo de tela en la esquina?… son pistas que nos dejan nuestros compañeros para que sigamos la línea recta…

Y en estas conversaciones le comento en un estertor de ultra-ciencia:
-Esperemos que por la bomba atómica perpetua y la sangre sinfónica de Odiur, todo rinda bien para ellos,
A lo que mirándome con el ceño suavemente fruncido replica: ¿Recuerdas el nombre del que dicen es nuestro enemigo?, no alcanzo a entender porque, pero recuérdalo, y recuérdamelo perpetuamente 






Capítulo 6


Feliciano, tras este ruego asombroso miró hacia la pechera izquierda de mi cazadora, y levantando su mano despojada y temblorosa, restregó la capa de tiznes inmundos que soterraba la estampa de identificación, pues el rocío pringoso que chispeaba por los tabiques mucosos que atravesábamos nos había calado el uniforme por entero…
Luego, detuvimos la partida en medio de tan insoportables cavernas, y reanudó su discusión llamándome esta vez por mi nombre…
-Porque… querido Pascual, como te explicaba anteriormente, nuestro recorrido engorroso no carece de trampas mortales… está plagado de retorcidos instrumentos de precisión enloquecedora calculados por las autoridades elevado-eminentes, y escondidos mañosamente debajo de esta piedra artificial sin que los percibamos…  en mitad de estas dependencias viscoso-desoladoras, se disimulan elementos supervisores de inspección invisible, artilugios de inyección sensorial y holográfica… invenciones desconocidas, solo declaradas en la casi secreta asamblea del 70,  que pueden incidir sobre los dispositivos que portamos ensamblados en el interior de nuestros órganos, y que detectan en milésimas de fracción, las situaciones de “semilla de traición simple-gremial”, esas que tú conoces y tratas de ignorar incluso ahora… te aviso y te imploro que cuides de mi como yo de ti, puesto que este sector está diseñado para no permitir la salida de ningún bicho viviente, y asimismo, sus fulmina-recursos alcanzan dimensiones camaleónicas… por lo que me acabas de exponer, ya imagino que antes, en nuestra salutación, empezarías cavilando de que soy otra personificación manipuladora, género resbaloso de las artimañas de la abominación, la cual habría alcanzado desterrar a nuestra patrulla especializada de las fuerzas del ejército mecánico-amamantado… pero comprende… que yo estoy casi tan desorientado como tu, y además te revelaré otra apreciación, la sangre que caía desde ese cuello disparatado-yugular hasta el neo-corazón de la bomba atómica perpetua, no guarda relación alguna con nosotros… a pesar de que hayan querido disfrazarnos de semi-máquinas y propulsando en nuestra mente comunitaria, su neo-retórica maquinal… tremebundas intrigas durante estos años, para pretender que adoremos los manifiestos y admiremos la visión de la sangre de Odiur…
Comprendí a Feliciano, y aunque no terminaba de confiar en el de cofre a cofre, tampoco detectaba en su conducta factores de alerta falsifico enemigas…indudablemente, en apenas 46 fracciones de hora, estaba viviendo lo más crítico de mi servicio inapelable a la verdad-salud-paz… y en el leve temblor de manos de Feliciano, advertí su inseguridad y miedo contenidos… pero es que ese imposible destello de certidumbre, prendía sus secciones faciales más primigenias… las que se encuentran detrás del disfraz metálico, y que restauran las denostadas y remotas dudas sentimentales de extrema antigüedad de más de una década solar… sin embargo, misteriosamente, todo ese lenguaje que habíamos aprendido en el cofre ya me resultaba casi desatinado, a pesar de todo el pánico inductivo-terminante…frente a frente, me encontré con que no éramos dos guerreros marciales, sino un par de hombres compartiendo distintas semasiologías…
Reanudamos nuestro camino desplazándonos a velocidad media por causa de mi cojera, y debatiendo afablemente, de manera tecno anti-ejemplar, pero que nos traía ya sin cuidado… aproximándonos a una esquina, Feliciano sacó de su chaleco una diminuta pelota de titanio, que a un toque de su apéndice… ¡¡¡perdón!!!... SU dedo índice, incrementó 5 veces y se abrió automáticamente por la mitad… de sus dos partes, surgió un holograma color azul que venia a ser el mapa del cofre de salvación en tres dimensiones…
-Nos encontramos aquí, en este punto…a medio camino, y esta zona permanece demasiado apacible… lo más  inquietante es que aún no hayamos recibido la visita de los proto-ensayos, ojala ninguno de los compañeros, sufra percance alguno, sé que en la salida nos toparemos con las tropas enemigas y con la abominación, que partían hacia aquí como manifestó Serrano… hay mucho menos tiempo del que nos quisieron confesar, seguramente para no impulsar nuestros instintos latente-innaturales y no saturar la destreza maquinal… que es lo único que los conmueve, sigamos caminando esta senda, y no temas sé que tu pierna duele bastante ahora pero no te desamparare…
Continuamos, y tras tropezarnos con una molesta muralla de peñascos sintéticos, la cual derribamos empujándola al unísono, accedimos al fin al temible y absurdo corredor T-9… que desconcertantemente, era alumbrado por lámparas fluorescentes aglutinadas anárquicamente al techo de irregular roca, alguna incluso apunto estaba de desplomarse debido a la deformación que la estalactita manufacturada (quizás por los proto-ensayos), levantaba… tal como hubiese pronunciado arcaicamente en mi apéndice bucal-carnoso el ambiente circundante inspiraba un efecto macabro, siniestro, imposible y espeluznante… y mi nuevo compinche Feliciano no ocultaba su preocupación, por lo que habríamos de enfrentarnos…
Contrarrestando la zozobra con una risa nerviosa, pegó unas fuertes palmadas en mi hombrera de tungsteno…
-¡Atiende Pascual!, ¡aquí despega la batalla entre esperanza con mayúsculas o pudrirnos en este agujero!, ¿ves ese pasadizo? en uno de los puntos de este corredor de congoja, se hallaba un puesto de mono-móviles motorizados, esgrimidos para la edificación de este mausoleo del horror, si nuestros compañeros siguen con vida, habrán dejado al menos dos para que los conduzcamos nosotros, ¡adelante!, he aquí la coyuntura más difícil de todas…
Y asentí a Feliciano sin apuntar nada más, pero le ocultaba que el dolor de mi extremidad inferior derecha se había acrecentado, y me era cada vez más dificultoso el viaje en esa atmósfera viciada llena de oxigeno arcaico y sucio, repleto de hollín y de innombrables rocas sangrantes de quien sabe que mutación… el corredor era holgado, de unos cuarenta metros de ancho, atestado de curvas inverosímiles… los amplificadores proseguían con la emisión de ese clamor sinfónico siniestro, cuando antes de la convención me habría sugerido una intensa experiencia de condición macro-genial-exorbitante… progresivamente parecía cambiar de color el árbol de mi mente en torno a remembranzas pre-declaración guerrera, anhelantes de hallar la salida más casi que para salvar la vida, para desvelar el enigma de toda esta trama…
Y entonces Feliciano me detuvo en seco cuando íbamos a pasar a un desvío…
-¡Quieto!, ¡a nuestra izquierda hay alguien!
¿Los proto-ensayos tal vez?, lamentablemente nuestra única arma era la astucia y la velocidad, al desterrarnos al laberinto nos arrebataron todo el armamento normativo, pues a este lugar se viene a desaparecer…
-¡Vamos Pascual!, ¡súbete a mi espalda!, correremos hacia donde esta ese “lo que sea” e intentaremos esquivarlo, en principio parece un hombre… ¡Aprisa, no hay tiempo que perder! ¡Agárrate!

De un salto me aupé al lomo de Feliciano, que de inmediato emprendió la carrera hacia donde se ubicaba ese sujeto, una figura creciente, imponente, luminosa e impasible… al ya acercarnos casi a tres cantos, un rugido colosal nos desplomó…
-¡Diantres! ¿¡Que es esta emisión de volumen!?  ¡Uagh!... Y una voz conocida nos replicó:
-Hombres dependientes y desterrados en la cuerda floja, esta es la última super-sinfonía… la bomba atómica perpetua ha sido conectada y activada. Apreciad su perfecto funcionamiento…
Un holograma con la efigie de Filemón Serrano, su magna gloria y autoridad suprema, nos exclamaba todo este vil adagio, y el bramido de la bomba atómica perpetua nos mantenía tendidos en el empedrado… los instrumentos de protección físico-psíquica reventaron, y nuestros audífonos natales a punto lo estaban también…
-Ahora os asemejáis a las cucarachas enemigas a las que pertenecéis… recoged el noble horror, llorad el inútil perdón, secaos en la sucia poción, esta es la majestad de Odiur…
-¡Pascual! ¡El nombre de la abominación!, ¡recuérdalo! -gritó retorciéndose Feliciano
 Y ya entonces la supersinfonía susurró y oímos la insondable voz de Odiur: “Capturar y destruir al enemigo”…
Y de pronto el rugido sónico-nuclear cesó…
¿Cómo?, ¿Es esto posible?, ¡Detenedlos!... Chillo el holograma de Filemon Serrano, el cual acto seguido desapareció… Y el laberinto quedó de nuevo con su pérfida atmósfera y su tétrico hálito de clamor sinfónico…
Feliciano rompió a reír: ¡Oh! ¡ja, ja, ja! esta novedad es ya el ejército rebelde, han debido poder irrumpir en el interior y desactivar la bomba, ¡Eso es! ¡Fenomenal!
Y una vacilación terrible me asaltó de nuevo… ¿y si Feliciano Sánchez fuera en realidad un infiltrado espía del enemigo desde el principio?, ¿levantando a nuestra compañía a la sublevación, para favorecer la entrada de las tropas sediciosas?
¡Genial y magnifico Pascual!, ¡Presto!, ¡nuestra patrulla y los demás nos aguardan en la salida!, ¡ya apenas llegamos!, ¡súbete a mi espalda amigo! ¡raudo!
Y un estímulo recio me impulsó a arengarle:
¡Miserable! ¡Te descubrí! ¡Nos has perdido a todos ¿eh? ¡Ruin canalla!
Pero otra vez reparamos en un rugido más suave, cercano y predador que nos sobrecogió, e instantáneamente, cayo a plomo delante de nosotros una hechura glutinosa gelatinosa y brutal, de más de cinco metros de altura, seis patas delgadas, un cuerpo en forma de pétalos vegetales y una gigantesca lengua emergente de su centro corporal repleta de remaches metálicos … proto-ensayos… al desplazarse emitía un zumbido como de entre insecto y ser cibernético, pero eso no fue lo peor… del tejado de estalactitas, emergían uno y otro, sin cese, descendiendo por decenas en un pavor insoportable de contemplar, pudieran ser un centenar de esas criaturas bramando y avanzando hacia nosotros agitando su lengua babeante…  pisoteándose entre ellas… Sánchez rió de nuevo escandalosa e histéricamente, las lágrimas caían de sus mejillas y se desvaneció postrándose en el suelo de rodillas, a lo que caí yo también de nuevo dañándome más aun la pierna… Sánchez exclamaba ¡Odiur, Odiur, Odiur!, y las criaturas berreaban cada vez más bestial y amorfamente… Feliciano parecía impetrar una especie de clemencia, golpeando los puños contra el suelo industrial-adulterado… a mi espalda una de las bestias se abalanzo sobre mí pero conseguí zafarme lanzándome a la derecha, la pierna me dolía más que nunca… Feliciano ahora chachareaba formulas ininteligibles, vocablos inconexos, por el miedo y… porque… (Pitido) había ingresado en la ultrarazón pura seria y severa, en apreciación monumental-autentico-eterna, en consagración neo-protocolaria, en educación tecno-natural-Berranica, no era un espía sino un ser débil como yo, acariciando por fin en estos nuestros terribles, manifiesto-merecidos últimos momentos, la seguridad-hermético-infalible, la…
(Sonido cristal rompiéndose) ¡Corta el rollo mozo!, ¡Fuego!... ¡Adrián!, ¡Santiago!, ¡aligerad!, ¡mirad a Feliciano!, ¡ha sucumbido debido a los protocolos conductuales! ¡Cuidado a diestra! ¡Dispara a ese bicho! ¡Todos a la vez!, ¿y los demás? ¿Vienen con refuerzos?, ¡tranquilo Pascual! ¡Respira hondo, se te pasara pronto!, ¡demasiada droga sinfónica en el organismo! ¿eh? Padilla viene hacia acá ¡Fuego digo! ¡O llegan ya todos o nos matan Julio! ¡Preparemos el A-f-7!, ¿Listos?, ¡Feliciano amigo!, ¿recobras ya la compostura? ¡Soy Mariano!, ¡y aquí está el resto de nuestra diligente patrulla!, ninguno ha caído en el camino, Borja quedó herido del costado, ¡Atento!, ¡ahí llegan los mono-móviles! ¡Aurelio! ¡Félix! ¡Deprisa! ¡Que nos destrozan estos engendros!, ¡son demasiados!… ¡a ver!, ¿estáis listos?, ¡hagamos el ritual provisional! ¡Todos juntos!, ¡vosotros también Feliciano y Pascual!, ¡pronto!
-¡¡Oicnelis!!, ¡¡oicnelis!!, ¡¡oicnelis!!
Sacudí los trozos de cristal de mi brazo izquierdo en donde estaba el procesador protocolario que nos había vuelto a introducir de pronto en la sinfonía a Feliciano y a mí, quizás obra del computador central del cofre, y escuché el extraño ritual que los hombres de nuestra compañía, retornados justo en el momento preciso, entonaban… se trataba de el nombre de la abominación enemiga, el sustantivo  prohibido, ilegal y abolido de Berranía: Oicnelis…
Los repugnantes e inverosímiles proto-ensayos, al escuchar el nombre de la bestialidad enemiga se quedaron congeladas, y a mas envites modulados de nuestros camaradas, además con la amplificación sonora a tope, los monstruos retrocedían más y más… y en decenas huyeron dando grandes brincos y acrobacias deformes, a sus escondites malditos y desagradables…
Entonces una luz cegadora nos llegó a todos desde el final y fue adelantándose, y observamos a muchos hombres ataviados de blanco, era su traje lo que resplandecía, vestían el uniforme del ejército rebelde, entre ellos estaba Ernesto Padilla, el camarada que fue conducido a la celda de reinserción y cuarentena que susurraba aquello de “Ahora sí, la Verdad” un imponente destacamento de los sub-seres a los que habíamos combatido este tiempo anti-solar se dirigía hacia nuestra patrulla, y lejos de ser ofensivos, se mostraron acogedores con nosotros, debido tal vez a nuestra contestación reclamante a los ultrajes de Serrano, Acaroz, y Ramírez… en seguida trajeron más mono-móviles y nos informaron que la salida no andaba lejos  y que partíamos al exterior de inmediato, donde habría nuevas instrucciones…
-El uniforme de elementos cibernéticos se os retirara al salir del cofre, declaró Efrén, capitán del ejército rebelde…
Por mi invalidez temporal del fémur, Feliciano volvió a cargar conmigo sobre su espalda en el mono-móvil, y a mi disculpa por ser tanta carga para él, respondió: -No pesas hermano…
Antes de partir hacia la salida, rumbo de a saber que, el mono-móvil de Ernesto Padilla se acercó al nuestro antes de marchar, y entonces le pregunté a Ernesto sobre la cuestión de: ¿que se escondía detrás del enemigo?, ¿detrás de lo que Serrano, Ramírez y Acaroz, y toda nuestra ya abandonada neo-civilización adoptaba como norma inquebrantable innegable  absoluta de guerrear?… y respondió:
-Lo que oirás fue muy impactante para muchos compañeros, ten esta capsula de oxigeno nuevo, respira hondo, porque hay una palabra que define a la “aberración”, tal como lo llaman en los cofres y en el proyecto de planeta Berranía , una palabra aún más prohibida y que los gabinetes buscan calcinar por todos los medios de nuestra memoria, ¿porque crees que todos esos neo-inventos son de esa misma naturaleza?, ¿la bomba atómica perpetua, el hilo sinfónico hasta en el sueño, y los instrumentos de protección físico-psíquica remachados en nuestro cuerpo, a través de cómputos y ordenes?, pues Pascual, a esto se le declaro la guerra:  
El monstruo enemigo es lo que arcaicamente se conoció por el nombre de El Silencio…

Fin


Comentarios